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El Monasterio
“Cuenta la leyenda que, a comienzos del siglo XI el rey de Nájera, Don García Sánchez III, salió un día a cazar por las inmediaciones de su castillo. En busca de su halcón, se adentró en el bosque hasta dar a parar a una cueva, donde halló un altar con la Virgen y el Niño…
En esa cueva se edificó el monasterio de Santa María La Real”.
Bienvenidos a Nájera y a este Monasterio de Santa María la Real, donde se encuentran los mausoleos de los reyes e infantes del reino de Nájera-Pamplona, antecesor del que fuera reino de Navarra.
Nos encontramos en uno de los lugares más emblemáticos de La Rioja porque, aparte de los innegables valores artísticos que posee, es un fiel reflejo de la preeminencia histórica de esta zona de La Rioja durante los siglos medievales.
Estas tierras fueron conquistadas por los berones, los romanos y más tarde por los visigodos. A comienzos del siglo VIII los musulmanes le otorgaron el nombre de Náxara, en árabe: “lugar entre peñas”.
Sancho Garcés I, rey de Pamplona, la reconquistó en el siglo X y se la cedió a su hijo García Sánchez I, quien creó el reino de Nájera en el año 924.
Nájera se convirtió en punto clave del Camino de Santiago Francés en el siglo XI, reinando Sancho III el Mayor. Este mismo monarca hizo de Nájera la capital del reino, le otorgó fuero propio, acuñó moneda, y regaló a la ciudad su época de mayor esplendor.
El templo de Santa María la Real fue mandado construir por orden del rey D. García Sánchez III. Las obras de este conjunto finalizaron el año 1052, convirtiéndose entonces en sede episcopal y Panteón Real.
Desaparecido el Reino de Nájera, el rey de Castilla Alfonso VI entregó Santa María La Real a los hermanos benedictinos de Cluny en el año 1079 y así, varias generaciones de monjes habitaron el monasterio durante la Edad Media. En aquella etapa oscura y crispada, la comunidad benedictina custodiaba aquel pequeño mundo en el que vivían entregados al trabajo y la oración.